Greenalia y los olivos de Jaén. Un problema para Andalucía

Greenalia y los olivos de Jaén. Un problema para Andalucía

En este artículo vamos a intentar informar y resumir toda la información que se ha publicado en los medios en relación los olivos expropiados por la Junta de Andalucía y que están siendo arrancados en la provincia de Jaén por parte de la empresa Greenalia.

La expropiación de 100.000 olivos en Jaén por parte de la Junta de Andalucía de Juanma Moreno está haciendo correr ríos de tinta y de bits en la prensa digital por la indignación que genera entre la población. Una polémica que se agranda al ser la empresa gallega Greenalia la responsable de este proyecto. Galicia es la comunidad que gobernó el presidente del PP, Alberto Nuñez Feijóo durante 13 años. Es conocida la buena sintonía existente entre las élites gallegas y Feijóo.

 

Greenalia: la expansión silenciosa de una energética gallega en el corazón del territorio rural

En los últimos años, Greenalia se ha consolidado como una de las principales firmas del sector energético en España, con una presencia creciente en Galicia y Andalucía. La empresa gallega, que opera bajo el paraguas de las energías renovables, se ha hecho un hueco en el mercado apostando por la biomasa forestal, los parques eólicos y la energía fotovoltaica. Sin embargo, detrás de esta imagen corporativa alineada con los valores de sostenibilidad y transición ecológica, emergen voces críticas que cuestionan tanto sus métodos como su impacto real en el territorio y en las comunidades locales.

Greenalia representa un caso paradigmático de cómo una compañía puede proyectar una imagen verde y moderna, mientras genera profundas transformaciones en el paisaje rural y en las dinámicas sociales de las regiones donde opera.

¿Quién está detrás de Greenalia y qué actividades desarrolla?

Fundada en Galicia, Greenalia se presenta como una empresa independiente del sector de las energías limpias, centrada principalmente en la producción de energía a partir de biomasa forestal y proyectos de energía eólica y solar. En los últimos años, ha experimentado un fuerte crecimiento, acompañado de importantes inversiones y una diversificación territorial que la ha llevado a extender sus operaciones hacia el sur de España, especialmente en Andalucía.

En Galicia, Greenalia ha impulsado la instalación de parques eólicos en zonas sensibles como la Sierra de Barbanza o Monte Louro. En muchos casos, estos proyectos han generado rechazo por parte de plataformas vecinales y colectivos ecologistas, que denuncian su impacto sobre la biodiversidad y los paisajes protegidos. Una de las críticas recurrentes apunta a la fragmentación de los proyectos eólicos para facilitar su tramitación administrativa y minimizar la evaluación ambiental acumulada.

En el ámbito de la biomasa, la empresa gestiona instalaciones que aprovechan residuos forestales para la generación de energía. Si bien se trata de una fuente renovable en términos técnicos, su uso intensivo ha despertado controversia, especialmente por el riesgo de fomentar la sobreexplotación forestal y favorecer la expansión de especies como el eucalipto, con efectos adversos sobre la regeneración de los montes y los ciclos hídricos.

La expansión en Andalucía y el monocultivo de olivar

En los últimos tiempos, Greenalia ha centrado parte de su expansión en la provincia de Córdoba, donde ha adquirido fincas para desarrollar plantaciones intensivas de olivo destinadas a proyectos de biomasa. Este modelo de explotación industrial contrasta con el olivar tradicional, mucho más diverso y adaptado al territorio, y ha sido objeto de críticas por parte de organizaciones agrarias y colectivos locales, que denuncian la pérdida de biodiversidad, el agotamiento del suelo y la creciente presión sobre los recursos hídricos.

En estas operaciones, la compañía ha actuado a través de filiales o sociedades instrumentales, una práctica legal pero que ha sido interpretada por algunos analistas como una forma de reducir la exposición pública y el escrutinio mediático. Esta estrategia ha dificultado el seguimiento de sus actividades y ha incrementado el malestar entre habitantes y asociaciones que exigen mayor transparencia en la gestión de los recursos naturales.

Vínculos empresariales y modelo de negocio

Aunque Greenalia insiste en su independencia, varios observadores han señalado sus vínculos con el grupo empresarial Ence, multinacional gallega dedicada a la producción de celulosa y energía a partir de biomasa. Este nexo ha levantado sospechas en sectores críticos que consideran que Greenalia, lejos de representar una ruptura con el modelo industrial tradicional, reproduce lógicas extractivistas bajo el envoltorio de la sostenibilidad.

El modelo de negocio basado en grandes instalaciones, monocultivos forestales y estructuras opacas de propiedad ha sido cuestionado por su escasa capacidad de generar empleo local estable y de impulsar una transición energética justa. En lugar de fomentar proyectos de pequeña escala, descentralizados y arraigados en las comunidades, se apuesta por megaproyectos con fuerte dependencia financiera y tecnológica.

La paradoja de lo “verde”: entre la sostenibilidad y el impacto

La historia de Greenalia refleja una de las grandes tensiones de la transición ecológica: la posibilidad de que el cambio de matriz energética reproduzca formas de concentración de poder y apropiación del territorio similares a las del viejo modelo fósil. Mientras los discursos oficiales celebran el avance hacia las energías limpias, la realidad en el terreno muestra que no toda energía renovable es, por definición, sostenible ni justa.

En este sentido, el caso de Greenalia se convierte en una oportunidad para abrir un debate más amplio sobre cómo se deben desarrollar los proyectos de energía renovable: ¿quién decide dónde se instalan?, ¿qué beneficios generan para la comunidad?, ¿cómo se gestiona el territorio?, ¿quién asume los costes ambientales?

La experiencia de Galicia y Andalucía pone de relieve la necesidad de mecanismos de participación ciudadana, evaluaciones ambientales rigurosas y marcos normativos que eviten los abusos y garanticen que la transición energética no se convierta en una nueva forma de colonialismo interno.

El futuro de las renovables no pasa solo por cambiar de fuente energética, sino también por cambiar el modelo de desarrollo. Y para ello, casos como el de Greenalia ofrecen lecciones que conviene analizar con profundidad y mirada crítica.

El avance de las plantas solares arranca olivos centenarios en Jaén: ¿progreso o pérdida patrimonial?

En los municipios jiennenses de Lopera y Arjonilla, ha comenzado el proceso de eliminación de olivos en terrenos agrícolas para dar paso a megaplantas solares. Este fenómeno, que combina el auge de las energías renovables con una transformación profunda del paisaje rural, plantea interrogantes sobre la sostenibilidad, el patrimonio agrícola y el futuro del modelo territorial en la provincia de Jaén.

El paisaje tradicional del olivar andaluz está viviendo un cambio sin precedentes en determinadas zonas del interior de Jaén. En los términos municipales de Lopera y Arjonilla, ha comenzado en las últimas semanas el desarraigo sistemático de olivos centenarios para facilitar la implantación de grandes parques solares. Las máquinas han iniciado las tareas de retirada de árboles en fincas previamente autorizadas para la construcción de infraestructuras fotovoltaicas a gran escala.

Esta transformación, impulsada por el creciente interés en la energía solar como solución energética limpia, cuenta con el respaldo de varias empresas promotoras del sector renovable, que han adquirido o arrendado grandes extensiones de tierra con el fin de instalar miles de paneles solares. En total, las megaplantas proyectadas cubrirán cientos de hectáreas, modificando de manera significativa la fisonomía agrícola de la zona.

Sin embargo, el avance de estas instalaciones está suscitando un debate entre diferentes sectores de la sociedad. Agricultores, ecologistas y parte de la ciudadanía local han expresado su preocupación por el coste ambiental de este tipo de proyectos. Aunque se reconoce la importancia de impulsar energías limpias, muchas voces advierten de que no debe hacerse a expensas del paisaje cultural, la biodiversidad rural ni el modo de vida asociado al cultivo del olivo.

Desde asociaciones conservacionistas se denuncia la falta de una planificación territorial más equilibrada. “No estamos en contra de la energía solar, pero sí de que se arranquen miles de olivos para sustituirlos por paneles, sin haber explorado alternativas como la integración fotovoltaica en zonas ya degradadas o cubiertas industriales”, señalan algunas plataformas ciudadanas.

El impacto de estas transformaciones no solo es ambiental o paisajístico. También afecta al modelo económico de comarcas tradicionalmente vinculadas al aceite de oliva, donde el olivar no es solo cultivo, sino también identidad cultural y fuente de empleo. La sustitución de uso del suelo —de agrícola a industrial energético— puede suponer una reconversión sin precedentes, difícil de revertir en el futuro.

En Lopera y Arjonilla, como en otras zonas de Andalucía, el desarrollo de plantas solares a gran escala ha generado un dilema entre la urgencia climática y la protección del entorno rural. A pesar de que los proyectos cumplen con los requisitos legales y ofrecen beneficios en términos de reducción de emisiones y creación de empleo temporal, muchos habitantes temen que las decisiones actuales estén hipotecando el equilibrio territorial a largo plazo.

El debate pone sobre la mesa la necesidad de repensar el modelo de transición energética: ¿Es posible combinar el avance de las renovables con la conservación de los paisajes tradicionales? ¿Qué papel deben jugar las administraciones en la ordenación del territorio para evitar la concentración de megaproyectos en zonas agrícolas?

La provincia de Jaén, con una economía históricamente ligada al olivo y al aceite, se enfrenta ahora a una encrucijada. El reto está en lograr que la revolución energética no se convierta en una pérdida irreversible de su patrimonio agrario y ecológico.

Las imágenes recientes de olivos arrancados, apilados y sustituidos por maquinaria pesada en fincas antes dedicadas al cultivo, han comenzado a generar impacto en la opinión pública. La ciudadanía empieza a cuestionarse si este es el camino adecuado hacia una sostenibilidad justa, que no olvide las raíces de las comunidades rurales.

La implantación de megaplantas solares sobre terrenos de olivar en Jaén visibiliza un conflicto cada vez más presente en la transición ecológica: cómo avanzar hacia un modelo energético más limpio sin sacrificar los valores ambientales y sociales de los territorios. Mientras se multiplican los proyectos de energía renovable, también crece la necesidad de una planificación responsable que respete el paisaje, el patrimonio agrícola y la identidad rural de las comarcas afectadas.

Greenalia, la polémica de Jaén y Andalucía en la prensa


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