Plaza de toros de Almería Enrique Ponce en una tarde memorable

El miércoles pasado, Enrique Ponce, una de las leyendas vivas del toreo, se despidió de la Plaza de Toros de Almería en una corrida que quedará grabada en la memoria de todos los asistentes. En su año de retirada, el maestro valenciano eligió la ciudad donde actualmente reside para protagonizar una de las tardes más emotivas de su carrera, dejando claro por qué ha sido uno de los toreros más importantes de las últimas décadas.

La tarde comenzó con un ambiente cargado de expectación, y Ponce no decepcionó. Se enfrentó a dos toros de la ganadería de El Parralejo, ambos con buen comportamiento en el ruedo, lo que permitió al maestro desplegar toda su técnica y temple. Con su primer toro, Ponce logró una faena que rozó la perfección, llena de suavidad, precisión y dominio. Cortó dos orejas que reflejaron la excelencia de su trabajo y el aprecio del público.

El segundo toro, que cerró su actuación en Almería, fue especialmente significativo para Ponce, quien decidió brindar la faena a su novia, Ana Soria, presente en la plaza. Este gesto, cargado de emotividad, simbolizó no solo su despedida del ruedo, sino también un agradecimiento personal en un momento crucial de su vida. La faena, nuevamente, estuvo marcada por la maestría de un torero que ha sabido envejecer en el ruedo como pocos, manteniendo siempre la elegancia y el saber estar.

La corrida no solo fue especial para Ponce, sino también para sus compañeros de cartel. Juan Ortega, en su primera actuación, cortó dos orejas tras una faena pausada y artística, donde cada pase parecía detener el tiempo. Sin embargo, no tuvo la misma suerte con su segundo toro, el quinto de la tarde, que resultó ser menos colaborador, limitando sus posibilidades.

Por su parte, Roca Rey, la joven figura del toreo que sigue en ascenso, demostró por qué es considerado uno de los grandes de la actualidad. El peruano cortó tres orejas en total, sumando éxito tras éxito y consolidando su posición en lo más alto del escalafón.

El cierre de la tarde fue apoteósico, con los tres toreros saliendo a hombros por la Puerta Grande, aclamados por una afición que vibró con cada muletazo, cada estocada, y que despidió a Enrique Ponce con el respeto y la admiración que merece una figura de su talla. Esta corrida en Almería no solo significó el adiós de Ponce a una plaza importante, sino también un broche de oro en su dilatada carrera, llena de triunfos y momentos inolvidables.

Así, la Plaza de Toros de Almería fue testigo de un capítulo final en la carrera de un maestro que, a lo largo de más de tres décadas, ha dejado una huella imborrable en la historia de la tauromaquia.