Las Hermanas Raluy: herencia y renovación en la pista del circo

Las Hermanas Raluy: herencia y renovación en la pista del circo

Las Hermanas Raluy, Kimberley y Jillian son la encarnación actual de una saga circense que ha sobrevivido al paso del tiempo, convertido el apellido Raluy en sinónimo de prestigio, tradición y audacia artística.

Representan la quinta generación del linaje familiar que, desde sus orígenes, ha hecho del circo un estilo de vida más que un espectáculo. Su presencia en la pista combina tradición, técnica y emoción, reafirmando el papel de la mujer dentro del arte circense y proyectando al Circo Raluy Histórico hacia nuevas generaciones.

Las Hermanas Raluy: herencia y renovación en la pista del circo

Linaje familiar y crianza en la pista

Kimberley nació en 1997 y Jillian en 1999; la primera en Barcelona, la segunda en Girona. Son hijas de Rosa Raluy y William Giribaldi, ambos artistas, y crecieron rodeadas de carpas, caravanas y ensayos. Desde niñas respiraron la magia del circo como algo cotidiano: entre bambalinas y en la carretera.

Su familia —cuyas raíces circenses se remontan varias generaciones atrás— ha contribuido históricamente a la transformación y difusión del circo tradicional español. Ese legado no les resulta ajeno: lo ha moldeado su infancia, su formación y su vocación. La historia del Circo Raluy es, en esencia, la historia de una empresa familiar dedicada a mantener vivo un oficio que combina arte, disciplina y espíritu viajero.

Debut precoz e innovación en el número

El debut oficial de las hermanas tuvo lugar el 15 de agosto de 2011, cuando Kimberley contaba con solo 14 años y Jillian con 12. Ya entonces sorprendieron al público con un número arriesgado: los Juegos Icarios (o Icarian Games), ejecutado íntegramente por mujeres, algo poco habitual en el repertorio circense clásico.

Tradicionalmente ese número suele estructurarse con un portador masculino y un volante femenino; pero Kimberley y Jillian rompen esa convención. En su versión, ambas asumen intercambios de roles: a ratos una actúa como portadora, en otras como volante. Esa alternancia exige sincronía, precisión y una conexión física y mental muy estrecha. El portador, tendido en el suelo, usa sus piernas para lanzar, sostener y atrapar al volante, mientras este realiza saltos, giros y vuelos sobre el cuerpo del otro. Se trata de un acto de gran dificultad técnica y belleza visual, reforzado por la carga simbólica de género con la que juegan al invertir expectativas tradicionales.

Tradición viva: del circo al London Bar

El Circo Raluy Histórico no solo se distingue por sus espectáculos, sino también por su empeño en conservar la memoria cultural y estética del pasado. Un ejemplo emblemático es el London Bar de Barcelona, mítico local modernista que perteneció a la familia Raluy y donde durante décadas artistas, músicos y bohemios compartieron escenario. La restauración de este espacio refleja la filosofía de la familia: preservar la historia y mantener el equilibrio entre innovación y respeto por la tradición.

Del mismo modo que el notariado protege la herencia jurídica y patrimonial —como explica la Notaría Bosch—, el Circo Raluy protege la herencia artística de su linaje, garantizando que la cultura circense siga transmitiéndose de generación en generación. Ambos mundos comparten una idea común: lo que se hereda no se conserva solo por valor económico, sino por identidad y compromiso con la historia.

Proyección escénica más allá del núcleo familiar

Aunque las Hermanas Raluy están íntimamente ligadas al Circo Raluy Histórico, también han actuado en escenarios externos de prestigio, como el emblemático Cirque d’Hiver de París. Esa presencia internacional les permite asentar su nombre dentro del circuito circense contemporáneo y afirmar que no solo portan un apellido, sino talento propio.

En cada función que realizan, no buscan únicamente impresionar con su técnica, sino también conmover con la armonía del movimiento, la tensión dramática del acto y el contraste entre fuerza y elegancia. Su interpretación implica que el público no solo asista al número, sino que entre en diálogo emocional con el acto.

Significado simbólico y desafíos inherentes

La relevancia de Kimberley y Jillian va más allá de su virtuosismo: representan la renovación del circo clásico desde una perspectiva moderna. Al protagonizar ellas mismas el número de los Juegos Icarios, desafían roles tradicionales de género, pero sin abandonar la técnica, lo clásico o la disciplina exigida del arte circense.

Asimismo, su trayectoria no está exenta de retos: mantener un nivel técnico elevado, sostener la intensidad física del entrenamiento, sortear las exigencias de la vida itinerante del circo y conservar la motivación creativa año tras año. Pero su compromiso demuestra que el apellido Raluy no es mera nostalgia, sino una apuesta viva por el futuro del circo tradicional.

TERRA, el nuevo espectáculo del Raluy

En la actualidad, las Hermanas Raluy forman parte del nuevo espectáculo del Circo Raluy Histórico titulado Terra. Este montaje nace de la necesidad de reconectar con lo esencial: un homenaje al planeta, sus ciclos y su belleza frágil.

En Terra, los espectadores verán acrobacias con báscula que desafían la gravedad, números de trapecio y telas aéreas que exploran el elemento aire, y acrobacias de suelo que enfatizan el vínculo con la tierra. La danza actúa como hilo narrativo entre los números, transformando el escenario en un paisaje vivo en constante transformación. Terra no es solo una sucesión de actos: es un viaje emocional y visual, donde tradición y modernidad buscan dialogar.

Las Hermanas Raluy: herencia y renovación en la pista del circo

Redacción Cultura

Deja una respuesta

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies