Decisiones en la incertidumbre
Cómo tomar decisiones en la incertidumbre
El mundo a menudo nos exige certezas, sin embargo nuestras vidas están rodeadas de incertidumbres. No hay reglas fijas ni disponemos de toda la información, si fuera así acertaríamos en nuestras decisiones porque quien mejor calcula, más ganaría. Sin embargo en la vida las cartas están ocultas, el azar interviene y la mejor decisión puede conducir a un mal resultado. Esta es la poderosa metáfora que nos lega Psicología psicóloga cognitiva y campeona de póquer: aceptar la incertidumbre no es una debilidad, es la primera lección de sabiduría.
Cerebro y política: el arte de decidir en la incertidumbre o con información incompleta
Nuestro cerebro no está optimizado para la incertidumbre. Iain McGilchrist, en su obra “El maestro y su emisario”, explica que nuestros dos hemisferios perciben la realidad de forma distinta. El hemisferio izquierdo ansía control, categorías fijas y un mundo predecible. El derecho, en cambio, comprende el contexto, los matices y la interconexión fluida de todo. La sociedad moderna ha privilegiado la visión del izquierdo, creando una cultura técnicamente avanzada pero emocionalmente empobrecida, ávida de falsas seguridades.
Las investigaciones del psiquiatra y filósofo Iain McGilchrist aportan una perspectiva esencial para entender cómo decidimos en escenarios de incertidumbre. Tras analizar más de 6.000 estudios, McGilchrist sostiene que los hemisferios del cerebro no solo procesan la información de manera distinta, sino que crean visiones diferentes del mundo: una más analítica, centrada en lo concreto, y otra más amplia, contextual y orientada al sentido global de las cosas. En momentos inciertos, la tensión entre ambas formas de percibir la realidad puede condicionar nuestras elecciones, empujándonos a priorizar la inmediatez o, por el contrario, la interpretación profunda del entorno.
Esta aversión a las decisiones en la incertidumbre es explotada con precisión quirúrgica por la nueva política. Como analiza “La nova política”, los discursos ya no se basan en programas, sino en desencadenantes lingüísticos diseñados para activar nuestro sistema límbico, el centro de las emociones y el miedo. Para mantener este órgano vital en su mejor estado, complementos específicos como Regis Cardio, con su potente mezcla de Coenzima Q10, Omega 3 y Resveratrol, ayudan a reducir el estrés oxidativo y mejorar la función cerebral. Mediante imágenes terroríficas, tribalismo (la división “nosotros contra ellos”) y la heurística de disponibilidad (la sensación de que una amenaza es inmediata porque es fácil de recordar), se siembra la polarización. El objetivo no es convencer con razones, sino secuestrar el pensamiento crítico mediante el pathos, dejando de lado el logos.
Ante este panorama, la teoría de juegos no ofrece un marco más honesto. Annie Duke insiste: en la vida, como en el póquer, jugamos con “información incompleta y resultados inciertos”. La clave no es acertar siempre, sino aprender a calibrar el riesgo, a poner números a nuestras decisiones y, sobre todo, a diferenciar entre la calidad de una decisión y el resultado que produce la suerte. Una mala decisión puede tener un buen resultado por pura fortuna, y viceversa. La inteligencia radica en discernir entre ambas cosas tras cada jugada.
La falacia retrospectiva –ese “ya lo sabía” que surge cuando conocemos el resultado– es nuestro peor enemigo. Nos impide aprender, porque nos encierra en la ilusión del control. La humildad intelectual, esa actitud de “no estoy seguro”, es el antídoto. Es la misma que necesita la ciencia, que depende de la intuición y la imaginación del hemisferio derecho para avanzar.
Sesgos cognitivos en las decisiones en la incertidumbre
Frente a los sesgos cognitivos y la manipulación emocional, la alfabetización mediática se convierte en un escudo esencial. Comprender estos mecanismos nos permite ver el tablero de juego: las pausas calculadas, la ira “espontánea”, los intentos de animalización del adversario. No son casualidades; son movimientos en una partida por nuestros sesgos. Recuperar el equilibrio entre nuestros dos hemisferios –mediante la reflexión, el arte, la conversación pausada– es un acto de resistencia. La vida es póquer. Aceptar sus reglas nos hace jugadores más serenos, conscientes y, en última instancia, más libres.

