Andalucía prepara una ley pionera contra la violencia vicaria: impulso institucional y liderazgo experto

La investigadora Elena Ramallo llevará al Parlamento Andaluz una propuesta legislativa específica sobre violencia vicaria, convirtiendo a Andalucía en una comunidad autónoma pionera en abordar esta forma de violencia de género desde una perspectiva legal diferenciada.
En un movimiento que podría marcar un antes y un después en la legislación autonómica, la investigadora y experta en violencia de género Elena Ramallo presentará ante el Parlamento Andaluz una propuesta para desarrollar una ley específica contra la violencia vicaria. La iniciativa, que cuenta con el respaldo de la Consejería de Inclusión Social liderada por Loles López, tiene como objetivo reconocer y abordar esta forma de violencia de forma autónoma dentro del marco normativo.
Ramallo ha destacado la necesidad urgente de visibilizar y tratar de manera diferenciada la violencia vicaria, señalando que las normativas actuales no contemplan suficientemente sus particularidades ni sus consecuencias devastadoras. Esta forma de violencia —ejercida comúnmente por padres agresores sobre los hijos o hijas para dañar a la madre— sigue siendo una de las caras más silenciadas y devastadoras del ciclo de la violencia de género.
Según las declaraciones ofrecidas en el marco de esta propuesta, Andalucía se situaría a la vanguardia jurídica si logra aprobar una legislación autónoma que reconozca la especificidad de esta violencia, aportando medidas de prevención, protección y reparación para las víctimas directas e indirectas.
Desde el gobierno andaluz, la consejera Loles López ha manifestado su compromiso con la propuesta. Ha indicado que una ley propia permitirá dotar de mayor capacidad de respuesta a los servicios públicos, mejorar los protocolos de actuación y garantizar una protección real y eficaz para los menores, que a menudo quedan invisibilizados en los procedimientos judiciales y administrativos de violencia de género.
Elena Ramallo ha recalcado también que esta ley no solo busca tipificar mejor la violencia vicaria, sino ofrecer una cobertura legal que respalde el trabajo de los profesionales que intervienen en los casos, desde los ámbitos judiciales hasta los sociales y educativos. A su juicio, se trata de un avance necesario para frenar lo que considera un “vacío legal” que deja desprotegidas a las víctimas más vulnerables.
La iniciativa ha sido recibida con interés por distintos colectivos sociales y profesionales implicados en la lucha contra la violencia de género. Varias asociaciones han subrayado que una ley específica no solo es deseable, sino urgente, dada la complejidad emocional y psicológica de la violencia vicaria, así como el impacto traumático que tiene sobre los menores.
En este contexto, se espera que el Parlamento Andaluz debata la propuesta en las próximas semanas, abriendo un proceso de consulta y deliberación que podría desembocar en una ley histórica para la comunidad. La propia Ramallo ha afirmado que su enfoque parte de años de investigación, experiencias acumuladas y de la necesidad de escuchar directamente a las víctimas.
Desde el punto de vista técnico, la futura ley se articularía con las normativas nacionales de protección a la infancia y contra la violencia de género, pero establecería mecanismos concretos para la detección temprana de la violencia vicaria, la intervención multidisciplinar y la asistencia psicológica especializada tanto para menores como para sus madres.
Este impulso institucional se produce en un momento clave, en el que los casos de violencia vicaria empiezan a recibir una atención mediática y judicial creciente, aunque aún insuficiente. La perspectiva de una ley autonómica puede marcar el inicio de un cambio profundo en la forma en que se entiende y combate esta modalidad de violencia estructural.
¿Qué es la violencia vicaria?
La violencia vicaria es una forma de violencia de género en la que el agresor —por lo general, una expareja o progenitor— daña o amenaza con dañar a los hijos o hijas comunes con el objetivo de causar sufrimiento emocional a la madre. Esta modalidad ha sido conceptualizada por la psicóloga Sonia Vaccaro y se basa en la utilización de los menores como instrumentos de poder, castigo o venganza hacia la mujer, tras la ruptura de la relación.
A diferencia de otras formas de maltrato, la violencia vicaria no siempre se dirige directamente a la víctima principal, sino que se canaliza a través del daño infligido a los seres más queridos de la víctima, como sus hijos. Esta forma de violencia tiene una carga emocional devastadora, tanto para las madres como para los propios menores, quienes resultan ser víctimas directas del conflicto.
Los casos más extremos de violencia vicaria han llegado incluso a desembocar en el asesinato de menores. Estos crímenes, profundamente traumáticos, visibilizan una realidad aún poco legislada y muchas veces mal interpretada por los sistemas judiciales y sociales. La falta de formación en este tipo de violencia y la persistencia de estereotipos en la custodia compartida o en el régimen de visitas suelen agravar la situación.
La violencia vicaria forma parte del continuum de violencia machista y representa una manifestación extrema del control coercitivo. Por ello, diversas voces reclaman desde hace años un marco legislativo específico que reconozca sus características y permita actuar con herramientas más eficaces en su prevención y erradicación.
Imagen del parlamento por Samu Bético, CC BY-SA 3.0 ES, via Wikimedia Commons